Se acabaron las excusas, las justificaciones, los números o las estadísticas. Si ya no existe forma de “aconductar” a la masa de votantes indecisos, es hora de sacar el último haz de la manga. El miedo. Ahora es el que manda la parada. Es hora de azuzar, asustar, aterrorizar. Llegó el momento de generar pánico para lograr el objetivo. Que nosotros “los buenos”, los que sabemos que conviene y qué no, nosotros los elegidos, los únicos, los indispensables, marquemos el camino y guíemos a los ignorantes e incapaces. Pero el miedo se alimenta de rabia y de injusticia. Entonces tan fácil que es despertar al monstruo interior. Sólo basta con destapar alguna de las múltiples imperfecciones de la conducta humana para lograr el objetivo. ¿Coherencia? Ninguna, esa palabra no existe en el computador de la política.

¿De dónde surge el miedo? Difícil concretarlo. Lo que si vale la pena recordar es que es inherente a lo humano. No existimos sin miedo porque es una medida de sobrevivencia. Hay que aprender a manejarlo porque siempre está allí, agazapado, recordando que cualquier miedo siempre nos remite a la finitud de la condición humana, a la muerte. Todos los miedos siempre hablan del morir. Así se disfracen. Los espejos de lo que sucede en el mundo puede contribuir a despertarlo. Y la inseguridad lleva a que se pierda el sentido de las proporciones.

¿Por quién votar? Por el que crea, por el que confíe. El miedo no puede ser la emoción que guíe las elecciones. Que le quede la convicción que votó por el que creía, no por atajar a alguien o por que le dijeron que era “el que convenía”, o  por “no parecernos” a Venezuela. Si es por problemas, el mundo entero está vandálico. No pueden ser buenas las manifestaciones en Barcelona y malas en Ecuador. O viceversa. O en Chile sí y en Venezuela no. Hay un despertar del mundo, como una adolescencia universal, donde los políticos ya no pueden hacer lo que quieran con sus pueblos. Se acabó la sumisión universal y la revuelta se multiplica. Al fondo del telón hay un letrero enorme ¡la educación falló! Hay algo que el mundo (es decir ud, yo) no hizo bien.  Es una crisis universal, un despertar con excesos, radicalismos y atropellos, pero en el fondo es la sensación de un mundo que le ha fallado a la condición humana. Tantos hechos absurdos, la guerra, el cambio climático, el consumismo, los intereses económicos, la corrupción… es el mundo el que despierta. Colombia también vibra en la frecuencia del descontento. Sólo que la respuesta no está solo en los políticos. Si no se le apuesta a la solidaridad y convivencia, nos destruiremos con la idea de “tengo la razón”. No será fácil el futuro para Cali pero será “lo que corresponde”.

Las emociones invaden la condición humana, incluida la política. El mundo racional no les había dado la suficiente importancia porque la razón tiene conexiones con el patriarcado, con el control, con el dominio. Pero ya no se pueden esconder. Las emociones pertenecen al ámbito de lo femenino mientras la razón es pura y llana energía masculina. El empoderamiento de la mujer, su nuevo lugar y su actual rol, han permitido que lo femenino fluya y sea visibilizado. Agitar el miedo es una medida desesperada, una pataleta final del patriarcado. De usted depende dejarse dominar.

Gloria H. @GloriaHRevolturas

Leave a Comment